La tarea de realizar un sistema de riego, sea por aspersión o goteo, puede parecer sencilla, así muchas personas se atreven a instalarlo sin pensárselo dos veces. En los almacenes especializados con materiales de riego trabajan profesionales preparados, siempre dispuestos a darnos los mejores consejos. Sin embargo, cada jardín es un mundo en sí, con condiciones particulares y casi irrepetibles, por lo que se requiere cierta adaptación de las reglas y consejos comunes a cada situación en concreto.
La actuación típica es que, tras una breve preparación, aprovechando buenos consejos de los vecinos, amigos, foros de discusión o vendedores del material, por fin logramos conectar las tuberías, válvulas, aspersores, difusores o emisores de goteo y programador. Nos sentimos muy contentos cuando vemos como el agua sola se reparte por el jardín mojando las plantas y césped. Y nadie nos puede quitar el orgullo: ¡He logrado hacerlo yo, solo, sola!
Como siempre, la alegría del éxito suele desvanecerse con el tiempo. Sin insultar o subestimar las habilidades y capacidades del lector, al no haber hecho previamente un diseño, podremos estar descubriendo algunas anomalías en el sistema, como, por ejemplo, poca uniformidad de cobertura de los aspersores con la consecutiva aparición de zonas secas o encharcadas, o una presión insuficiente en algunos ramales en que los difusores no quieren levantarse, o una presión muy elevada en otras venas en que las toberas generan una niebla y el viento se la lleva, o descubrimos que la bomba hace arranques y paros una y otra vez por lo que los chorros de aspersores bailan en ese ritmo acortando y prolongando las trayectorias, o en otras circunstancias aparece el prodigioso golpe de ariete rompiendo las uniones y tubos...
Tras descubrir los defectos, nos ponemos a investigar como podríamos salvar la situación buscando consejos en todas partes. Con algo de suerte, con pequeños ajustes o modificación, conseguimos arreglar los fallos de manera satisfactoria. Pero, estadísticamente, la mayoría de los fallos del diseño no tienen una solución sencilla y, probablemente, requerirán hacer cambios más complicados como, por ejemplo, cambiar algunos tramos de tubería empleando otras de diámetros distintos, reposicionar el espaciamiento de difusores o aspersores (incluyendo el cambios del tipo, marca o modelo), instalar una bomba distinta...
A veces nos da pereza seguir esta odisea de buscar consejos, gastar más dinero en material, hacer nuevas zanjas... Y preferimos conformarnos con el riego tal como está optando buscar soluciones sencillas. Por ejemplo, para evitar manchas secas en el césped aumentaremos los tiempos de riego. Esto resuelve un problema y crea unos cuantos nuevos: en otras zonas del césped aparecen encharcamientos que desembocará en la putrefacción y la factura de agua se dispara.
Precisamente el consumo de agua suele ser el motivo principal que nos empuja hacia las mejoras del riego. Según la experiencia, un riego mal diseñado puede llegar a despilfarrar hasta 1 m3 al año por cada metro cuadrado del jardín. Para un jardín típico residencial de unos 400 m2 esto, en ciertos municipios, representa pagar unos 600 € más al año, sin considerar ahora las tarifas escalonadas por tramos en que el coste se dispararía todavía más.
Para los que poseen un propio pozo y piensan que tienen agua gratis, sería recomendable echar un vistazo en las facturas de luz. El agua no se mueve sola, para elevar 1 m3 de un pozo de 100 m de profundidad se requiere aproximadamente 1 kWh de la energía eléctrica y, además, luego hay que mover el agua entre un aljibe y el jardín, lo que puede suponer un 0,5 kWh adicional por cada metro cúbico. Por ejemplo, para un jardín de unos 2000 m2, evitando los fallos del diseño, podemos ahorrar hasta 3000 kWh de luz al año con lo que evitamos emisiones de unos 1200 kg de CO2 , y según la tarifa de la luz, podríamos ahorrar hasta unos 600 €, sin mencionar la nueva tarifa eléctrica por tramos, ni aquellos casos en que se emplean generadores eléctricos de gasóleo.
Si algún lector tiene previsto instalar un riego próximamente, podría dedicar un tiempo para estudiar el tema antes de comprar el material o realizar la instalación aprovechando así las noches largas del invierno. Con un buen diseño se evitarán bastantes problemas y un gasto innecesario de agua y luz, e incluso se ahorrará en la compra de materiales. Para los que prefieren aprender por su cuenta, pueden hacerlo leyendo manuales, guías y tutoriales en línea, o adquiriendo un libro de riego adecuado. Entre los títulos más versátiles hemos de mencionar el libro 'Riego en 3 pasos. Guía práctica. Cómo ahorrar agua y energía' que alberga toda la problemática desde alfa hasta omega. Esta guía es apta tanto para los aficionados, que parten desde cero, como para los profesionales, que deseen profundizar sus conocimientos.
La editorial, en colaboración estrecha con el autor de dicho libro, han decidido ofrecer un apoyo a la instalación de sistemas de riego eficientes y sostenibles con un nuevo servicio para los aficionados y aquellos profesionales de jardinería que no están todavía familiarizados con el diseño. El servicio de diseño de riego (ahora disponible también a distancia) es muy útil para los que no tienen ganas de perder tiempo con los estudios. Aunque los proyectos personalizados tienen un coste, la ventaja es que estos se amortizan ya durante la primera temporada debido a los ahorros en el agua, luz y materiales. A parte, el beneficiario se alegrará de tener un riego equilibrado y las plantas lo agradecerán con una buena salud y aspecto.
El libro de riego en Facebook.
No hay comentarios:
Publicar un comentario